martes, 4 de diciembre de 2012

"De la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón"

"De la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón"

¡Hola!

Este texto es un pequeño extracto de una entrevista realizada a Sandra Gusella, traductora argentina de la serie "Trabajadores de la Luz", y contiene los principales pasos del despertar a la conciencia basada en el amor.

Puedes ver la entrevista completa AQUI.

Espero que te sirva.

Un abrazo fuerte,

Manuel


Sandra Gusella, divulgadora espiritual argentina, traductora de Jeshua

 

Carmelo Urso: En su amoroso mensaje, Jeshua nos insta a pasar de "la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón". En tal sentido, señala que hay cuatro etapas en ese camino:

a) Estar insatisfecho con lo que la conciencia basada en el ego tiene para ofrecernos, anhelar "algo más": el comienzo del final.

b) Comenzar a ser conscientes de nuestras ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.

c) Permitir que mueran dentro de nosotros las viejas energías del ego, eliminando su capullo, siendo un nuevo ser: el final del final.

d) El despertar dentro de nosotros de la conciencia basada en el corazón, motivada por el amor y la libertad; ayudar a otros en la transición.

Sandra, ¿podrías comentar y analizar cada una de esas transiciones? ¿Se suceden en orden consecutivo o pueden coexistir simultáneamente? Y en lo personal, ¿en cuál de tales etapas te ubicarías en este instante presente?

Sandra Gusella: En la primer etapa comenzamos a sentirnos cansados y vacíos de repetir ciertas acciones y pensamientos que hasta el momento pasaban por nuestra consciencia sin ser cuestionados. Eran comportamientos de una consciencia basada en el ego, los cuales responden a la estrategia que el ego ofrece para ocultar la sombra interior de miedo y dolor que todos llevamos dentro. Desde el momento mismo de su concepción como una consciencia individualizada, el alma se siente separada de la Totalidad y esa escisión es el origen primordial de ese dolor. Luego las experiencias de vida a lo largo del viaje de evolución del alma, también contribuyen a generar traumas y heridas que permanecen ahí hasta ser observadas y liberadas.

El ego no resuelve esa oscuridad, lo cual sólo se logra a través de enfrentar ese vacío y recuperar la conexión con la Fuente de amor primordial. El ego trabaja en la superficie del problema reemplazando esa carencia por el reconocimiento y la aprobación de los demás. Para ello necesita controlar la realidad externa, y esto sitúa a la persona en un estado permanente de tensión y de ansiedad. Debe vigilar su entorno: su relaciones, su trabajo, etc. para que éste responda siempre a sus necesidades. Pero como a la larga es imposible sostener ese control sobre lo externo, llegado a un punto las estrategias del ego para engañarnos ya no nos conforman. Ahí es cuando entramos a esta primer etapa. Nos es imposible seguir distrayéndonos con los "dulces" que ofrece el ego y entonces comenzamos a anhelar algo más. Ahora es menester observar de frente ese dolor interior que no percibíamos directamente, sino sólo como una sombra. En esta etapa es como si entrara un aguafiestas para revelar el engaño. Empieza a tambalear la estructura artificial sobre la que hasta ahora nos sosteníamos, y eso nos hace sentir muy desorientados y confundidos.

En la segunda etapa nos encontramos cara a cara con esa oscuridad interior que hasta ahora teníamos terror de enfrentar. Es el período en el que salen a la superficie todas las emociones que antes inhibíamos. El mundo impredecible de los sentimientos y de lo intuitivo ahora desborda de los límites de contención que el ego les había establecido. Pero como aún no es claro para nosotros cuál es la verdadera solución para ese dolor que nos embarga, por un tiempo podemos llegar a deambular por el terreno de lo "no humano". Un espacio de mucha confusión e incomprensión donde generalmente juzgamos las emociones que nos ofuscan. Todavía no comprendemos la base de miedo que hay detrás de los comportamientos que queremos cambiar. Y esa crítica de nuestras propias heridas es lo que incluso nos hiere más. Sólo cuando comprendemos que esa oscuridad no es "mala", sino que es el resultado del miedo interior que necesita ser tratado con compasión, es cuando empezamos a serenarnos y adentrarnos más y más al reino del Amor oceánico que habíamos abandonado. Es cuando volvemos al Hogar.

En la tercer etapa comenzamos a vivir desde el corazón. Nos volvemos verdaderos creadores a partir de la total aceptación de nosotros mismos, con todos nuestros defectos y virtudes. Ya no priorizamos a los pensamientos y al deseo centrado en el ego para crear nuestra realidad, sino que damos lugar a una consciencia receptiva y alerta como fuerza impulsora. La diferencia radica en que en el primer caso "empujamos" sobre la realidad para adaptarla a nuestros deseos, mientras que del otro modo es la "intuición" quien nos "tironea" a nosotros para sugerirnos avanzar hacia un determinado destino. Crear desde el corazón es mucho más fácil y poderoso que crear desde la mente, pero requiere la inmensa fuerza de mantenerse "presente" y "centrado" para poder escuchar a los susurros del alma. Y también exige una gran "confianza" en uno mismo, ya que el faro que nos guía no es externo sino que viene de nuestro interior.

En la cuarta etapa es cuando nos conectamos con el Espíritu, ese lugar de paz y silencio interior que todo lo abarca. Este espacio Divino no puede ser captado por la mente, sólo puede ser sentido. Al experimentarlo nos sentimos absolutamente centrados y presentes, envueltos por un "silencio" indescriptible. Hay un enfoque concentrado o sintonía fina con una dimensión que es ilimitada y eterna y que se percibe como paz y amor infinito. Desde esta conexión, la dualidad y la realidad cotidiana pueden verse como algo lejano que no nos alcanza, al igual que vemos una ciudad desde un barco que se aleja en la bahía serena. Por eso es un espacio de sanación, ya que desde ahí te percibes más amplio y profundo que tu propia personalidad. Dese ahí cualquier desequilibrio o desarmonía que pudiera haber estado abrumándonos queda en la periferia, y nosotros desde el centro comprendemos la ilusión. Luego, una vez que hemos integrado esta conexión con la divinidad, de un modo neutral, sin la influencia del deseo personal, también comenzamos a ayudar a otros desde esta energía.

Como explica Jeshua en el mensaje, esta categorización del proceso en cuatro etapas no es lineal. Es un esquema que sirve de instrumento para que podamos ver una realidad que no puede ser captada por la mente. Esto significa que podemos volver a etapas anteriores y luego tomar un atajo hacia la etapa final. El proceso de cambio de consciencia es absolutamente único para cada persona. La conexión con el Espíritu no es algo que sucede una vez y para siempre. Nos conectamos y nos desconectamos, vamos y venimos del centro a la dualidad. Es por eso que yo no podría ubicarme o etiquetarme en una etapa determinada. Si bien puedo relacionar ciertas circunstancias de mi vida con las características descriptas en ciertas etapas y percibo en mí una clara evolución, no veo vallas divisorias en mi vida. Todo se mezcla como en una sopa, ¿se entiende? Conozco la experiencia de conexión con la Totalidad y generalmente me mueven los "tirones" del corazón, también veo muy lejano todo lo viejo que dejé atrás, pero sigo sintiéndome continuamente en el camino del aprendizaje y la evolución. A menudo sigo enfrentando desafíos en la arena del ego y el corazón.

Estimados lectores y lectoras: continuaremos este ameno diálogo con la amiga argentina Sandra Gusella la próxima, con muchos más detalles, vivencias y reflexiones. ¡Hasta entonces!


 

 


Si deseas dejar de recibir esta información, notifícanoslo a:  smile@smilecoaching.com


--

No hay comentarios: