¡Buenos días!
Este año la Nochebuena ha coincidido en fin de semana, y hoy amanece un lunes soleado en Madrid después de Navidad.
En estos momentos algunas personas tratan de organizar reuniones familiares, para compartir un momento con sus seres queridos, aprovechando el ambiente festivo de nuestra cultura.
Otras, en cambio, eligen no reunirse con otras personas, o no reunirse con la familia, tal vez por rencillas, por circunstancias, o para aprender a conocerse mejor a sí mismas.
He visto y sentido muchas ilusiones y decepciones en estas fechas cada año, y parece que es una cuestión de expectativas. Muchas veces esperamos que suceda algo, y la realidad no parece encajar en nuestras ideas maravillosas de cómo deben ser las cosas.
Una cosa que voy aprendiendo, aunque es todo un reto, es que la vida parece llevar su propio ritmo. Los sucesos a veces parecen coicidir de una forma asombrosa y muchas veces maravillosa, y otras parecen carentes de sentido. Y sin embargo, cuanto más me esfuerzo en buscar ese sentido oculto detrás de lo que pasa en mi vida, más respuestas aparecen.
Veo personas que quieren creer en relaciones siempre armoniosas, felices y cariñosas (yo mismo lo he creido mucho tiempo), y la vida nos enseña que cada persona viene siempre con las dos caras, alegre y triste, amable y cruel, afectuosa y fria.
Pero es que la vida está diseñada para ser así, ya que el máximo crecimiento interior ocurre en el borde entre el orden y el caos. Y cada suceso, aparentemente positivo o negativo, nos enseña algo importante que nos ayuda a Ser quienes somos.
Al igual que nuestro cuerpo nos da mensajes a través de la enfermedad, nuestros familiares, amigos y conocidos nos dan pistas sobre cómo querernos más, para poder amar más.
Tal vez podamos dejar de lado las expectativas de cómo creemos que deben ser las cosas, y empezar a aprender a escuchar el lenguaje del alma, el lenguaje de la vida.
Y cada vez que conectamos con ese lenguaje primordial, empezamos a sentir plenitud, a vibrar como un instrumento afinado, a sonar como una sinfonía. Nuestras relaciones se vuelven más auténticas, y vamos encontrando en ellas la plenitud del ser.
Espero que puedas encontrar tu nota fundamental, y convertirte en la más maravillosa melodía que jamás haya sido escuchada.
Un afectuoso saludo,
Manuel
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2 comentarios:
Me alegro de ser el primero. Gracias por tu inspiración, gracias por tus sabios consejos, gracias por tu presencia a través de este y otros medios. Entre mis propósitos para el nuevo año, ya tengo uno: seguir construyendo nuestra amistad. Un fuerte abrazo. Alberto
Gracias a ti, Alberto, y muy feliz año nuevo. Yo también seguiré con tu propósito :-)
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